1. Hacer camping es sinónimo de poco confort
Probablemente sea la idea más extendida, y también una de las más obsoletas. Hoy en día, el confort se ha convertido en un criterio esencial para la mayoría de los campistas, y los establecimientos lo han entendido perfectamente. Casas móviles de última generación, bungalows de madera totalmente equipados, tiendas de “glamping” con camas dignas de un hotel... algunos campings compiten ahora con residencias turísticas, ofreciendo al mismo tiempo un entorno más natural.
En los campings de 4 o 5 estrellas se suelen encontrar piscinas climatizadas, zonas de bienestar, servicios de restauración de calidad e incluso clubes infantiles o actividades culturales. El camping moderno ya no se limita a ofrecer una simple parcela: ofrece una experiencia vacacional completa.
2. El camping es solo para familias
El camping sí atrae a muchas familias, por su lado práctico y económico, pero no está reservado exclusivamente para ellas. Muy al contrario. Hoy en día, los campings saben adaptarse a públicos muy diversos: parejas que buscan tranquilidad, personas mayores amantes de la naturaleza, grupos de amigos o viajeros en solitario.
Existen establecimientos de tamaño reducido, a menudo clasificados como “campings de naturaleza” o “campings sin animación”, que apuestan por la calma y la autenticidad. Otros se sitúan en plena montaña o cerca de pueblos con encanto, y atraen a aficionados al senderismo, la cultura o la gastronomía. En resumen, la imagen del camping ruidoso y lleno de niños dista mucho de ser la norma.
3. Hay que estar muy bien equipado para ir de camping
No necesariamente. Si eliges ir en modo “camping tradicional” con tienda y mochila, sí necesitarás lo básico. Pero para la gran mayoría de los veraneantes, esa época ha quedado atrás.
Hoy, más del 80 % de los campistas optan por alojamientos en alquiler. Estos alojamientos están amueblados, suelen estar bien aislados e incluso climatizados. Ya no es necesario llevar todo el equipo: una maleta basta. Además, muchos campings ofrecen servicios prácticos: alquiler de sábanas, préstamo de barbacoas, cestas de comida... Viajas ligero, sin renunciar al confort.
4. El camping es ruidoso
Una vez más, todo depende del tipo de camping que elijas. Algunos establecimientos apuestan por un ambiente festivo y animado, y eso es precisamente lo que buscan algunos viajeros. Pero también hay muchos campings muy tranquilos, donde la paz es una prioridad.
Sellos como “Camping Qualité”, “Llave Verde” o “Sites et Paysages” garantizan un entorno natural, una acogida personalizada y, a menudo, normas estrictas sobre los horarios y la convivencia. En temporada baja, o eligiendo campings alejados de las rutas turísticas principales, incluso puedes disfrutar de un silencio casi total... y una serenidad poco común.
5. A los dos días ya no hay nada que hacer
Todo lo contrario. Una de las grandes ventajas del camping es que ofrece una gran libertad de movimiento. Por supuesto, puedes descansar, pero también explorar los alrededores: playas, senderos, mercados, museos, patrimonio, actividades deportivas... Francia está llena de regiones por descubrir.
Muchos campings incluso tienen acuerdos con empresas locales para organizar excursiones, catas, visitas guiadas o actividades temáticas. Y si prefieres ir por libre, puedes organizar tu programa día a día. El camping permite esa flexibilidad tan especial que te permite vivir las vacaciones a tu propio ritmo.
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